Llega el comienzo de otra temporada y con ella nuevos objetivos, nuevos deseos, nuevas metas, nuevos propósitos y es por ello que hoy os presentamos seis elementos clave para lograr fortalecer a nuestros equipos, de la mano de dos auténticas expertas en el sector como son, Carmen Martínez y Nadia Peeters.

1. Diseñar una alianza fuerte. Diseñar una alianza como equipo significa establecer un acuerdo previo que detalla los elementos esenciales para constituir un entorno positivo y productivo para sus miembros, y que se alcanzará a través de las actitudes y comportamientos de todos ellos. Creado con la participación de todos los miembros, la alianza define las “reglas del juego” particulares del grupo, que les guiarán en las interacciones diarias; pero, sobre todo, crean un marco desde el cual enfrentar retos de mayor índole, desde reorganizaciones a nuevos proyectos. De ahí su utilidad particular para los equipos que están atravesando cambios. ¿Qué principios quiere el equipo que rijan entre ellos al enfrentar este desafío? ¿Qué necesita cada miembro de ese equipo para poder contribuir con lo mejor de sí? ¿A qué se compromete cada miembro personalmente? ¿Qué hará del equipo un equipo realmente sobresaliente? Estas preguntas guiarán el proceso de creación de una verdadera alianza, que fortalece y une desde un compromiso individual de todos.

2. Reconocer y evitar el comportamiento tóxico. La segunda clave para crear equipos saludables y altamente eficaces es su capacidad para reconocer y evitar comportamientos que dañen las relaciones. Un sistema con un alto grado de negatividad entre los miembros tiene dificultades para mantener la efectividad en los resultados y menor capacidad para enfrentar proyectos de gran envergadura de forma exitosa. En cambio, los equipos que de forma intencionada buscan crear un entorno positivo son más ágiles a la hora de resolver problemas, y los enfrentan con mayor energía y optimismo. Los comportamientos tóxicos definidos por John Gottman, especialista estadounidense en relaciones interpersonales y escritor, se aplican a todas las relaciones humanas, personales o profesionales, y son tan nocivas que las ha denominado los “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”. Se trata de:

  1. Culpabilizar: atacar a la persona en vez de su comportamiento.
  2. Estar a la defensiva: rechazo a aceptar (parte de) la responsabilidad.
  3. Menospreciar: incluye el desdén, el sarcasmo, la humillación, el cinismo y el insulto.
  4. Ignorar: incluye el corte de comunicación, el trato silencioso y el rechazo al compromiso.

Aunque estos comportamientos se dan ocasionalmente en todos los equipos, cuando están presentes conjuntamente y de forma sostenida, su efecto es devastador, tanto en el ambiente como en los resultados. Ser consciente del impacto que tienen estas toxinas ayuda a los equipos a reconocerlas y a ajustar sus actitudes para generar un entorno más positivo y eficiente.

3. Aumentar la positividad. Recordando que los equipos positivos tienen mayor capacidad para enfrentar los retos que se les presentan, la tercera clave construye sobre la anterior. Porque ser intencionado para evitar la negatividad todavía no significa promover la positividad. Para dar este paso, el equipo deberá tomar acciones específicas que mejoren las relaciones interpersonales y el clima dentro de él. Aunque cada equipo tendrá sus preferencias particulares, en general, los elementos que promueven la positividad son las siguientes: la confianza, el respeto, la camaradería, la comunicación, la interacción constructiva, la valoración de la diversidad y el optimismo.

4. Crear una visión común. Igual que para las empresas y organizaciones es vital tener una visión hacia la que se dirigen todos los esfuerzos conjuntamente, también para los equipos es esencial tener una visión propia. Esta visión no tiene por qué ser la misma que la de la empresa, sino que se trata de buscar una combinación de la energía y los resultados con los que sueña el equipo. Muchos equipos están tan inmersos en sus labores diarias que, a veces, dedican más atención a lo urgente que a lo importante, y esto tiene un gran impacto en el nivel de estrés del personal. Es como si los sueños del sistema hubiesen desaparecido un poco. Crear una visión común resalta el valor del trabajo que realizan los miembros y les hace sentirse orgullosos de pertenecer a ese equipo y motivados a dar lo mejor. Además, el tener una visión común como equipo mejora la confianza, la comunicación, las relaciones interpersonales y la creatividad del sistema.

5. Clarificar expectativas. Cuando las organizaciones experimentan cambios es esencial aclarar las nuevas expectativas que eso conlleva, para que pueda darse una transición más fluida y más rápida en la que los equipos se sientan implicados. Se trata de generar un espacio donde el líder aclara cuáles son las nuevas exigencias, objetivos, formas de trabajar, etc. El equipo, a su vez, necesita comunicar sus necesidades para responder de la mejor forma posible a la nueva situación, y, además, compartir otras esperanzas que pueda tener con respecto a su rol y oportunidades de desarrollo.

6. Perseguir alineamiento basado en el interés común. Los conflictos diarios que existen en muchos equipos quitan energía y son un obstáculo para la consecución eficiente de los resultados. Procesos de cambio pueden agudizar todavía más los desencuentros internos, por las inseguridades que generan en las personas, mientras que lo que requiere la situación de cambio es precisamente que todos remen en la misma dirección. Para sacar al equipo del estancamiento, es vital ayudarle a encontrar cuál es el interés común de todos, más allá de los elementos que generan desacuerdo. Alinear el equipo significa concentrar todos los esfuerzos en conseguir ese objetivo común, tan importante para su supervivencia.

 

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